Diosma, Madre, feliz cumpleaños.

Hace pocos años que emprendiste vuelo, soltaste la vasija cansada, recordaste que tenías alas y podías volar. Y volaste mientras tus cenizas cubrían las raíces del gran árbol del Parque de los Aliados.
Y sin embargo revoloteas entre nosotros, viva en los corazones, asida a la memoria. Y hoy, nueve de octubre de 2014, cumplirías tus ochenta y siete años, si la vasija aún te contuviera. Decidiste emprender vuelo, regresar a ese hogar fuera del tiempo y del espacio, fuera de la ilusión y del ruido.

Y en esa paz te siento paz, deseando que seas faro y regazo, que tu voz te arrulle, que el canto vibre por siempre en ti.
Hija, madre, abuela, te seguimos amando como el primer día, como el aliento que sobrevive a cualquier sobresalto, como un río manso.

Te abrazo madre, hoy en tu cumpleaños y todos los días. Como siempre, festejando la imortalidad de tu Ser, la plenitud del amor en ti.
Tu hija y tus nietos estamos siempre contigo y tu con nosotros.

Estas flores, tus tocayas, para ti.
9 de oct 2014