que desborda en bocanadas de fuego
quemándome la vida, salpicándome de cenizas.
Tu mano en alto, tu desdén, tu poca hombría,
me despega la piel, deja huellas infinitas
que recorrerán mis días sin medida
me envuelve en una dura agonía
llevándome casi a la desidia,
a la humillación, a la dignidad perdida.
sin bordes en la piel,
ni ataduras que me impidan
soñar con un mañana,
pensar en siembras bendecidas
de amores que me merezcan,
de luces y vivas sonrisas,
de cascabeles sonoros,
de colores y agua limpia.
en todos los sueños viejos